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Cronologia del Antiguo Peru (Parte XXI) Período Intermedio Temprano – Nazca

Publicado: 2012-08-26

Yacovlef identificó una representación de orca o boto (Orcinus orca), es decir, la denominada “ballena asesina”, entre los diseños más comunes de este arte. Son frecuentes también las representaciones de pescadores que llevan una red con la que han atrapado peces. El personaje más persistentemente presente en la cerámica nazquense, probablemente sea un ente quimérico adornado de cabezas trofeo y con máscara facial o bigotera, lámina de oro que probablemente fue usada al comienzo, por los guerreros para atemorizar a sus  adversarios, y que luego se convirtió en objeto de distinción social. Debe considerarse a esta divinidad también en conexión con ritos de fertilidad, personaje  que acumula características humanas y felínicas, en probable relación con Pachacámac y Wiracocha. Al parecer, los sacerdotes nazcas se cubrían con  una máscara felínica para inducir al temor o el respeto reverente entre sus feligreses. Es de destacar en este monstruo quimérico, elementos aparentemente de origen amazónico, que no aparecen en otras divinidades, como la lengua protuberante, apéndices fitomorfos y cabezas trofeo. La representación de este mítico personaje, sufrirá variaciones con el tiempo y su figura tenderá a la disolución, en sentido ornamental abstracto y tendiente a lo fantástico. El diseño de este ser divinizado, también se encuentra en los temporalmente anteriores tejidos de Paracas, e irá luego dejando espacio a figuras fantásticas que rellenarán al final la superficie del vaso con escenas de carácter mítico. Al llegarse a un barroquismo figurativo, se alcanza también, al mismo tiempo, un cambio en las tonalidades de los colores. En el estilo llamado prolífico, la figura del ser monstruoso se complica, al multiplicarse sus partes formales por la replicación de elementos particulares. En la fase 7 del estilo, el cuerpo del personaje desaparece en la práctica, llegándose entonces a un mayor simbolismo, que se acentúa en la máscara que porta el personaje, la que puede llegar incluso a substituir al cuerpo o a gran parte de éste.

Los nazcas lograron extraordinarios niveles de calidad en la cerámica, con arcilla de finísimo acabado, fabricándose vasijas de paredes sumamente delgadas; se empleaba en la ornamentación de los alfares, al efecto, una amplia gama de colores y, aunque se hacían obras en bulto, se prefirieron las vasijas esferoides con decoración pintada, cuidadosamente realizadas, representando tanto elementos de la naturaleza como diseños productos de su especial cosmovisión. Muchos de los motivos iconográficos representados en las fases más recientes del estilo Nazca, pertenecen fundamentalmente al ámbito mítico-ceremonial. Un personaje reiteradas veces representado, muestra atributos humanos y felínicos, ornitomórficos y ofídicos combinados. En las fases 1 al 4, este felino volador lleva frutas en las manos. Muchas veces, de la espalda o la nuca del felino en vuelo, surge un segundo cuerpo zoomorfo, que debe representar al doble espiritual de tal personaje. El felino, casi siempre moteado, muestra la lengua hacia fuera y está privado de garras. Aparecen también algunas figuras femeninas en bulto, desnudas, con la cabeza deformada y las piernas abiertas, mostrando los genitales. La zona púbica y los glúteos suelen cubrirse de tatuajes o pintura negra, que debieron adornar el cuerpo de las mujeres de la época. Entre los motivos naturalísticos que aparecen en estos alfares, pueden ser también, al mismo tiempo, el resultado de una especial simbología de conceptos mitológicos más complicados, como las cabezas voladoras que la tradición oral señala que se apartan del cuerpo que les pertenece por las noches, especialmente cuando se trata de personajes que han perpetrado algún tipo de violación a los códigos éticos que rigen a las comunidades campesinas; entre las formas que aparecen decorando la superficie de esta cerámica, así mismo, se encuentran abundantemente también peces, calamares, pulpos, aves, insectos. Hay figuras con una diadema radiante, que adorna de común las cabezas de los difuntos, que abundan en las fases 5 a 7. Ocurren además –y con cierta abundancia-, motivos vegetales: plantas, frutos, raíces, que nos informan sobre la alimentación de la que disfrutaban: maíz, ají, frijoles, pallares, jíquima, chirimoyas, lúcumas, achira, papas, etc.

Se ha destacado que son numerosas las representaciones de cabezas trofeo en el arte nazquense. Pareciera que el uso ritual de la cabeza humana hubiese sido primero a nivel sacerdotal, pero luego se transforma, entre nobles y guerreros, probablemente en relación a la idea de guardarse en la cabeza de las gentes las fuerzas mágicas que posibilitan a su portador –y cazador- alcanzar niveles de reconocimiento social, como por ejemplo, ocurre especialmente en la Amazonía, entre los jíbaros actuales, convirtiéndose en signos de sus cualidades que se suman a las del portador, que entonces además resultará una clara prueba de sus habilidades como cazador y con ello,  podrá recibir la aprobación para su matrimonio con la hijas de un destacado integrante de su comunidad, demostrando así que está en condiciones de sostener adecuadamente a la esposa y la futuros hijos.  En las tres primeras fases de Nazca, los vasos representando estas cabezas humanas, son el 18% de las piezas conocidas, pero llegan al 50% en las fases sucesivas, según cálculo de Blasco Ramos. Estas cabezas se sostenían por sus portadores, mediante una cuerda que pasaba por un agujero practicado en el frontal de la misma, como se constata por los numerosos hallazgos habidos en las excavaciones del equipo de Oreffici en Cahuachi. Muchos de los personajes representados en la cerámica Nazca suelen presentar una mancha que podría reproducir la marca subocular –el “lagrimón”-, que es típica de las aves falcónidas. Entre las aves más representadas en esta alfarería están el cóndor, halcones y cernícalos, el águila marina o pandion, pelícanos, gaviotas, papagayos, vencejos, colibríes, etc., tema que ha sido motivo de estudio por E. Yacovlef.

En el área monumental de Cahuachi encontramos una serie de estructuras piramidales de adobe, levantadas sobre colinas naturales, en la pampa de Atarco, margen izquierda del río Nazca, siendo la de mayor tamaño, una de 110 m por 90 m en la base y más de 20 m de alto. No pareciera haber una orientación definida de los edificios ni tampoco en el caso de los grandes espacios abiertos a modo de plazas del lugar, aunque aparentemente, el conjunto da la impresión de estar inclinado hacia el norte, hacia la Pampa de San José, donde se ubica la mayor parte de los geoglifos característicos del arte Nazca. Los datos que se poseen parecen señalar a Cahuachi como un extenso centro ceremonial, con unas 31 pirámides e innumerables plazas de diverso tamaño. Aquí, en Cahuachi, Oreffici ha ubicado un gran muro de adobes cónicos que, en su cara norte, muestra un motivo inciso, en forma de doble escalonado de tres gradas. El “Templo del Escalonado” fue varias veces remodelado, cubriéndose en cada oportunidad las construcciones más antiguas por otras nuevas, cuya cara externa estaba cuidadosamente pulida. Cerca de Cahuachi se encuentra Estaquería, yacimiento caracterizado por varias hileras de postes de madera hincados en el suelo que, probablemente, soportaban un techo liviano, de esteras o toldos, que cubría un espacio destinado a albergar a romeros que se acercaban a la sacralizada ciudad de Cahuachi. Se ubica a la margen izquierda del río Nazca, y Kroeber encontró aquí 240 estacas in situ. Para 1952, Strong registró aún unas 47 de ellas. Parece tratarse de un yacimiento de las fases finales de Nazca. Los aproximadamente 30 postes que hemos podido observar nosotros, están labrados en madera de huarango y conformaron originalmente unas 12 hileras con 20 pilotes que rematan en Y hacia arriba, cada una de ellas. Kauffmann, de otro lado,  ha informado de la presencia de un templete en las faldas del cerro Malpaso, en San José, en el vecino valle de Ingenio, que mostraba en sus paredes hornacinas cuadrangulares y figuras antropomorfas, que pueden ser del Horizonte Medio, pintadas en negro, con carbón vegetal, visten uncu y llevan en la mano derecha lo que parece ser un bastón de ritmo.

Un importante elemento en la vida y en el entorno de los antiguos nazcas, corresponde a los acueductos. Se tiene ubicados algo más de unas tres docenas de ductos que transportaban -algunos de ellos todavía en funcionamiento en la actualidad- agua de filtración, por debajo de la superfície del terreno, a distancias de varios kilómetros desde su inicio hasta su conclusión. Se considera, por diversos autores, que estos artifícios -que permitían el riego de tierras ubicadas en el desierto-, estaban de algún modo, relacionados con los geoglifos de la Pampa Colorada. Acueductos que están cargados de mitos, leyendas y tradiciones y que han permitido la permanencia de las gentes en el árido ambiente donde se desarrollara el quehacer de los nazcas, quienes lograron alcanzar  una tecnologia hidráulica admirable, sobre todo por su notable conocimiento de los vasos comunicantes, para poder contar con el agua en sectores  bastante alejados de las naturales fuentes acuíferas.


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Tacaynamo

Arqueologia, Antropologia y Cultura. By Francisco Iriarte Brenner (@firiarteb)