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Cronologia del Antiguo Peru (Parte XXV) - Horizonte Medio - Wari Tiawanaku

Publicado: 2012-09-11

En torno al 700 d.C. comienzan a aparecer elementos y rasgos de diversas entidad que señalan y caracterizan una tendencia hacia una nueva unificación ideológica, administrativa y artística en todo el territorio andino central, teniéndose como centros religiosos y de administración y gobierno: a Tiwanaku (Taipikala) en el Altiplano del Collao, a Wari en Ayacucho, y a Pachacámac en la Costa Central. Desde esos tres puntos se difundirán a partir de entonces, y por un buen tiempo, técnicas, formas, ideología, motivos estéticos que recuerdan o reproducen las figuras talladas en la piedra de la denominada “Puerta del Sol” de Tiwanaku, con representación de personajes que aparecen reiterativamente en diversos materiales: tejidos, cerámica, hueso, metales, piedra, madera. Al comenzar esta etapa aparece en Ica sobre todo, un arte intrusivo, procedente de la sierra, que podemos rastrear hasta el valle de Chicama por el norte y hasta Acarí hacia el sur, mientras que por la sierra se localiza desde el Altiplano hacia Ayacucho y hasta el Callejón de Huaylas, influenciando tanto en los estilos artísticos costeños como en los serranos, presentándose desde este momento rasgos estilísticos y temas que están asociados con Tiwanaku, en el Altiplano del Collao, los que se manifiestan nítidamente en los estilos Conchopata y Robles Moqo, en las vecindades de Wari, en Ayacucho, así como Chaquipampa, también en Ayacucho, y Pacheco en Nazca.

Es característico de esta etapa el diseño de un triángulo con la hipotenusa escalonada (triángulo escalonado), y el uso constante de un tricolor (negro, rojo y blanco), en la ornamentación de vasijas y tejidos, de formas geométricas, caracteres que se extienden aproximadamente por algo más de 300 años sobre vasijas esferoides de arcilla cocida, que presentan dos largos y cónicos picos divergentes, unidos por asa puente cintada y curvada, de bases planas o apedestaladas y ecuador prominente, con superficies bien pulidas y abrillantadas. Ocurren además otras formas novedosas, como vasos altos de boca expandida, que muestran muchas veces un rudón marcando el centro del recipiente, antecedente sin duda del kero incaico; en Ayacucho predominan los vasos “lira” y en Pacheco aparecen enormes vasos o tazones ceremoniales troncocónicos, de base plana, de gruesas paredes, decorados pictóricamente con motivos fitomorfos predominantes.  Las formas Wari aparecen en el mismo espacio donde se desarrollara el ayacuchano estilo Huarpa, que muestra una cerámica tosca con diseños de color negro pintados sobre blanco mate, con grandes tazones, que tienen un grueso borde en forma de V. Hay también vasijas en rojo, con engobe muy frecuente, en ollas y cántaros, con decoración a base de formas geométricas. Es probable que la ciudad principal anterior a Wari, haya sido Ñawinpuquio, también en Ayacucho, que muestra grandes construcciones de piedra en las que destacan sobre todo viviendas, plazas, canchas, tumbas y acueductos.

Desde remotos tiempos existió una constante relación con el área de Nazca que se manifiesta fundamental y persistentemente en el arte ayacuchano local, y de donde procederán las formas que luego adquiere Wari. Así, Conchopata parece estar más cercana a Tiwanaku, mientras que Chakipampa se acerca al parecer,  algo más a Nazca. Tanto en Wari como en Pikillacta (en el Cusco), se encuentran pequeñas esculturas de turquesa, lapislázuli, crisocola y otros materiales líticos, semipreciosos, primorosamente tallados en estilo tiahuanacoide. Hay también grandes formas líticas en bulto, en granito o en andesita, de color gris azulado, que podrían ser personajes de alto rango social, cubiertos con largas vestimentas, probablemente sacerdotes, con rasgos toscamente logrados, portando gorros de forma cuadrangular, que recuerdan a las figuras centrales de la Puerta del Sol de Taipikala. Es decir que, estimamos que desde Tiwanaku, se expandió un arte caracterizado por diseños emparentados con la figura central de la Portada del Sol de la metrópoli altiplánica; tanto ésta –el dios de los báculos, probablemente representación del dios Wiracocha u Onkoy-, como los personajes secundarios, vistos de perfil (Los “ángeles”), presentan una combinación de rasgos antropomorfos y de ave, siendo constante también la presencia de un triángulo con escalonamiento en la hipotenusa. Aparecen así mismo, formas que traen ciertos rasgos felínicos –colmillos de gran tamaño que sobresalen de bocas atigradas- y ofídicos –de común los cabellos y las fajas que se sujetan a la cintura suelen ser serpientes-, que provienen de estilos y épocas anteriores.

Los varios poblados asignados a esta época  replican en todo el territorio, los patrones de asentamiento de Wari y de su distribución de espacios urbanos. Así Pikillacta, Wiracochapampa, Cajamarquilla y otros lugares contemporáneos -y posteriores también-, muestran barrios separados, probablemente para grupos artesanales diferenciados o barrios ocupados por familias extensas, convirtiéndose en un modelo, en un paradigma  urbanístico que tendrá larga vida en el área andina central. La textilería, soberbiamente ejecutada, donde proliferan los tapices, presenta coloridos diseños geométricos, mientras que la cerámica se va diferenciando por zonas.  La presencia Wari está menos marcada en el sur, predominando aquí un modelo artístico más cercano al de Tiwanaku; en la costa central y norte  tienen más presencia formas emparentadas más bien  con modelos surgidos en Pachacámac o Wari. Taipikala está a unos 20 km al sureste del lago Titicaca, donde se emplearon para levantar los muros de los edificios, grandes bloques de piedra, unidos con grapas de cobre. Destacan en el conjunto urbano, el Acapana, estructura piramidal trunca, en plataformas superpuestas, de 210 m de base por 15 m de alto, orientada de este a oeste, con muros en piedra labrada de grandes bloques verticales. Más allá está el Kalasasaya, de 135 por 118 m, de cuyas piedras paradas quedan solo unos cuantos bloques líticos, separados por segmentos hechos con piezas más pequeñas. Al oriente, una escalinata de seis peldaños, esculpidos en la roca, permite el acceso al templo, en cuya parte central hay una plaza ceremonial hundida, de 60 m de lado.

La Puerta del Sol -parte del complejo-, mide 4 m de largo por 2.75 m de alto, con un peso aproximado de 12 toneladas, esculpida en un solo bloque lítico, que fuera fracturado hace buen tiempo, por el impacto de un rayo. En la parte frontal, a los lados van dos nichos donde se insertaron las palancas de madera que se emplearon para alzar al monolito. En la parte superior aparece un friso de cuatro bandas paralelas y un panel central. En cada una de las tres bandas superiores aparecen 8 figuras de perfil, convergentes hacia el centro. La banda central trae personajes ornitomorfos y dos figuras humanas aladas. Sobre la banda inferior, se repite el motivo del escalón, que encuadra a 11 figuras con el rostro del personaje principal. Al centro de la portada se observa una figura humana de pie, sobre un triple escalonado. El rostro está enmarcado por una greca y otros elementos, que rematan en cabezas de felino o en círculos. Hacia adelante hay un personaje que muestra cabeza de felino y cola de ave, de cuyos ojos cuelgan lagrimones, que rematan en cabeza de felino. Desde la cintura penden seis cabezas trofeo y entre las manos, el personaje central, lleva un cetro decorado con una cabeza de cóndor, un propulsor en la mano izquierda y dardos en la derecha. Al centro del podio hay una figura humana con rayos que rematan en cabezas de felino. A derecha e izquierda del personaje central, se encuentran “ángeles”mensajeros, personajes humanos alados, con cabeza de halcón, de cuyos ojos también caen lagrimones.  Al este del Kalasasaya se ubica el Templete Semisubterráneo, de 16 por 18 m, adornado con cabezas clavas que sobresalen de los muros. De este sector procede el llamado monolito Bennett. Pumapunco, ubicado al oeste del Kalasasaya, se caracteriza sobre todo, por grandes piedras cuadradas que limitan una plataforma. Kolata y Ponce Sanginés sostienen, en referencia a la población que conformaba Tiwanaku, que: “… Es evidente que una población numerosa vivía en Tiwanaku de manera permanente; no es exagerado calcular que tenía entre 30,000 y 60,000 habitantes…”.

El personaje principal del culto de Tiwanaku, representado en la parte central de la Portada del Sol, se ha identificado con Illapa, con Wirakocha u Onkoy, al que los aymaras llaman Tunupa. Su culto se expandió desde el norte de Chile, por toda la costa peruana y la sierra, difundiéndose los motivos decorativos que durarán con sus mitos, hasta la llegada de los hispanos, y aún hoy se mantienen creencias variadas en torno a este personaje mitológico. Hay que tener presente que los elementos iconográficos típicos de Tiwanaku se mezclan en Wari con evidentes influjos Nazca, dando lugar a la forma artística a la que denominamos Wari-Tiwanaku y que corresponde al Horizonte Medio. La cerámica de la época presenta formas de quero polícromo e incensarios o sahumadores, con esculturas de formas felínicas. Las figuras suelen estar delineadas con espesos trazos en negro y blanco, mientras que el interior lleva otros colores. En la lítica, predomina la representación de seres míticos en los monumentos, apareciendo las formas del “Degollador” y el “Felino Alado”, que caracterizan al estilo. La difusión de las formas y diseños de este estilo se identifica con un alfar ritual polícromo, en el que aparecen sobre todo motivos procedentes de Tiwanaku. La primera fase corresponde a la cerámica Conchopata, la segunda a Robles Moqo o Chakipampa. Luego se evidencian evidentes influencias Nazca, aunque la presencia Robles Moqo se encuentra también  en Pacheco (Soisongo), cerca de Cahuachi, en el área de Nazca.

La cerámica utilitaria Wari es simple y burda, alisada con trapo, mientras que la alfarería ceremonial recibe influencias estilísticas provenientes de Tiwanaku, Nazca, Viñaque, Pachacámac y Atarco. Presentando una decoración polícroma, sobre superficies pulidas y abrillantadas, con diseños antropomorfos, fitomorfos y zoomorfos estilizados. Los diseños ornamentales son principalmente cheurones en bandas y grecas entrelazadas. La decoración, en términos generales, es geometrizante, rígida, con muy pocos ejemplares naturalísticos. Presenta vasos de lados rectos o divergentes, vasijas de doble cuerpo unidos por conducto tubular, recipientes con cara-gollete de cuerpo esferoide, keros de lados rectos o ligeramente divergentes, con representación de una cara humana de ojos almendrados, con adiciones plásticas en relieve. Hay también un Wari negro, de pasta delgada, ahumada u obscurecida por reducción del oxígeno en el horno, con decoración de líneas rectas y curvas, en rojo brillante, que parece pintura en negativo. Benavides Calle, informando sobre sus trabajos en el sector de Cheqo Wasi, en Wari, considera que: “… Al finalizar el período de los Estados Locales encontramos una riqueza de motivos, variadas formas de alfarería y una técnica lo suficientemente desarrollada en la fabricación de vasijas. Este desarrollo responde al avance de las fuerzas productivas frente a la adversidad ecológica de la región, debido al propio desarrollo interno y al hábil aprovechamiento de los conocimientos de la sociedad Nasca, cualquiera que hubiese sido el motivo de los contactos…

“… Estas experiencias permitieron el crecimiento de la capacidad productiva desarrollando sus propias características, acorde con las exigencias sociales de la época, reorientando sus propias concepciones para, en el futuro, perfeccionar las técnicas ya desarrolladas. En tal sentido, los diseños, motivos de inspiración continúan siendo los mismos, sólo en el aspecto formal aunque, claro está que hay variaciones en cuanto el acabado final, el uso de colores, las formas y las técnicas de cocción, en las cuales lograron niveles superiores de desarrollo, como consecuencia de la acumulación del proceso del conocimiento y el poder de una sociedad organizada en términos productivos. Sobre la base de esos elementos, la presencia de influencias externas permiten diferenciar el desarrollo anterior del Estado Imperial Wari… la cerámica Wari se diferencia de las anteriores por la combinación de los colores y la nitidez de los mismos, por el trazo adecuado de los diseños y el incremento de nuevos elementos decorativos; por las variadas formas y la producción en niveles cuasi industriales, destinadas probablemente para fines ceremoniales, intercambio y quizás como obsequio que permitía afianzar los vínculos entre sociedades de igual poderío, aparte de servir como un medio de distinción y así obtener el sometimiento de los gobernantes…”. Es el mismo Benavides quien divide el estilo Wari en los siguientes tipos alfareros: Wari inicial, Conchopata, Wari clásico, Wari expansivo, Wari Negro fino, Wari Decadente, Huamanga.

Wari, a 25 km de Ayacucho, abarca aproximadamente unos 18 km2 de superficie, con sectores diferenciados, probablemente barrios de artesanos, comerciantes, soldados, etc. Vegachayoq-Moqo sería entonces el centro ceremonial, con dos entradas principales y un pequeño altar, que muestra las paredes pintadas en rojo en el zócalo y blanco hacia arriba. Los altos muros de los diversos segmentos edificados están orientados hacia el centro de la llacta, conformando una ancha calle de acceso. En el sector de Muraduchayoc se encuentra un templo semisubterráneo y una serie de patios rodeados de habitaciones rectangulares. Isbell ha calculado que en esta ciudad pudieron habitar un máximo de 70,000 personas. Conchopata, a 2 km. de Ayacucho, más bien parece haber sido una población de ceramistas, con un área habitacional de recintos rectangulares, de muros levantados con piedras escogidas, cara vistas, enlucidas con barro fino y pintadas de crema. La fauna asociada, ubicada aquí, corresponde en su mayor parte a camélidos y a cuyes. En la costa central floreció en este tiempo Pachacámac, con orígenes sin duda, mucho más antiguos, sede de templos y de un oráculo que adquieren suma importancia desde tiempos antes de los Incas en todo el territorio centro andino. Al parecer el dios principal aquí es también el denominado “Dios de los Báculos” o “Dios de las Varas”, que viene desde la época Chavín y se proyecta hasta la presencia Inca. Al caer Wari, por la presencia de fuerzas externas, probablemente de origen amazónico, cesa la fabricación de la cerámica tricolor que había caracterizado su expansión. Al momento de la máxima influencia Wari, llegaron sus característicos diseños hasta Cajamarca y Lambayeque por el norte, y al Cusco y Moquegua por el sur, especialmente en la sierra, mientras que Pachacámac tendrá mayor importancia en la costa central y norte.

Wirakochapampa, a 2 km de Huamachuco, es un área urbana que pareciera que no se terminó de edificar,  muestra una gran plaza rodeada de varias unidades, encerradas por una alta muralla. Tiene dos ingresos, uno al norte y el otro al sur, comunicados por medio de una larga calle de unos 5 m de ancho. Los muros llegan casi a los 5 m de alto, hechos de piedra rústica en dos paramentos paralelos y el espacio vacío entre los dos muros, está rellenado con una gruesa argamasa de barro y piedras menudas. Piquillacta, a 30 km del Cusco, cerca de la laguna de Muyna, corresponde a esta época, junto con Choquepuquio, Urpicancha y Canaria. Piquillacta presenta paredes de unos 3 m de alto, hechas de piedra rústica y barro, con una extensión de 45 ha. Destaca aquí un gran recinto rectangular de 745 m de largo por 630 m de ancho. Los barrios están demarcados por altas murallas, asociándose a cerámica Wari-Tiwanaku, y presentando abundantemente pequeñas figurillas talladas en crisocola, turquesa y lapislázuli. Wari Willka, al sur de Huancayo, en el valle del Mantaro, era la pacarina de los Huancas; el sitio presenta cerámica Wari-Tiwanaku y se trata de un templo de forma cuadrangular, cercado por una muralla de piedra de 5 m de alto, encerrando un manantial de agua cristalina, aún en uso, en el ángulo sureste. Cajamarquilla, en la quebrada de Jicamarca, en la margen derecha del Rímac, a 10 km de Lima, cubre unas 100 ha de superficie y muestra construcciones de tapial, incluyendo plazas, pirámides escalonadas truncas, corredores laberínticos, graneros subterráneos, tumbas y recintos de diversos tamaños.

Cerro Baúl, en Moquegua, se ubica en la cúspide aplanada de un promontorio rocoso, con una población establecida en un territorio de casi 8 ha de extensión, que trae plazas y grandes edificios, algunos de ellos probablemente destinados a vivienda, almacenes, graneros y cisternas. Las casas están construidas en forma bastante apretujadas y hay numerosos batanes en la superficie; las paredes son de piedra rústica y barro; en algunos sectores, a las formas naturales de la prominencia rocosa, se les agregaron murallas de carácter defensivo. La cerámica recolectada aquí es del estilo Wari, sin  mayor conexión con Tiwanaku, sin lugar a dudas, establecimiento de carácter especial, con ofrendas de piedras semipreciosas y de obsidiana. Taipikala ha sido analizada desde varios puntos de vista. Parece tratarse de una estructura urbana planificada, en la que el fundamento básico era la organización religiosa. Algunos autores consideraran que Wari -secuela de Tiwanaku-, llegó a constituir un imperio que dominó gran parte del territorio andino, caracterizado por un componente religioso-iconográfico, por una agresiva fuerza militarista o por la presencia de mercaderes que distribuían los productos textiles o de alfarería; lo cierto es que pueden existir otros motivos para esta expansión, pero lo evidente es que desde este momento  se constata la presencia de grandes y dilatadas estructuras urbanas, con barrios y funciones delimitadas y con una alta tasa demográfica, población capaz de realizar obras de gran magnitud bajo una dirección eficaz y cuyo arte está relacionado con Wari, Tiwanaku y Pachacámac.


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Tacaynamo

Arqueologia, Antropologia y Cultura. By Francisco Iriarte Brenner (@firiarteb)