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Cronologia del Antiguo Peru (Parte XXXIV) - Intermedio Tardio – Costa Central (Chancay)

Publicado: 2012-10-22

En los valles de la Costa Central, se desarrollaron varias formas culturales especiales, descendientes de Wari-Tiwanaku, anteriores a la presencia de las expresiones incásicas, con las que se relacionarán y conformarán los estilos denominados en términos generales: Inca Asociado, sobre todo en la parte baja de los valles de los ríos Lurín, Rímac y Chillón, a los que hay que agregar el área de los valles de Asia, Cañete, Chincha y Pisco hacia el sur; y las vertientes de Chancay, Río Seco de Chancay, Huaura, Supe, Pativilca, Fortaleza y Huarmey, que, más allá de de sus propias características lugareñas, mantuvieron una cierta unidad estilística y temporal.  De estas formas hemos seleccionado las que consideramos más representativas para incorporarlas en este trabajo, a las que se conocen con los nombres de  Chancay (al Norte de Pasamayo), Teatino (en el río Seco de Chancay), Huanchos (en los ríos Chillón, Rímac y Lurín especialmente).

e.1.) Chancay

La cerámica de este estilo, en lo general pierde su brillantez previa, suele ser más bien tosca y más porosa que la procedente de tiempos anteriores, destacándose las formas denominadas “Chinas” y “Cuchimilcos”, con la superficie alisada por trapo, sin mayor pulimento y casi siempre con  un baño de color blanco o crema amarillento sobre el rojo de la arcilla, o también presentando pinceladas de color marrón oscuro o negruzco sobre el engobe. El tejido en cambio, mantiene una gran calidad y variedad. En Chancay abundan las gasas, delicadas piezas textiles ocasionalmente teñidas por reservas (tye-die), a veces hasta en tres colores. Aparecen también, con cierta abundancia, muñecas, con armazón de totora o pequeñas ramas recubiertas con retazos de tejidos, colocadas sobre un almohadoncillo,  formando movidas escenas familiares, de fiesta o baile. Los fardos funerarios  de este período, ocasionalmente llegan a enormes dimensiones, superando a veces los 3 m de alto, con el cadáver colocado en posición fetal al centro, fardo que se presenta rodeado de ofrendas de variado tipo: cerámica, finos tejidos, mates que suelen traer alimentos, objetos de metal, etc., llevando hacia fuera una red de totora trenzada (shikra), rematando el paquete funerario en una falsa cabeza, de común pintada con brochazos en color rojo. Algunos de estos fardos corresponden a entierros colectivos, por lo corriente en este caso, de una mujer con dos o más niños.

Con referencia a la Cultura Chancay, Polia dice que: “Chancay es una cultura regional conocida sobre todo por sus necrópolis, sumamente saqueadas y en parte excavadas científicamente desde fines del 800 (Ravines 1979; Kaulicke 1983). Las tumbas son principalmente a pozo con cámara funeraria lateral; a foso simple o a pozo –excavado en el terreno y a veces con  paredes revestidas de adobes- recubiertas de vigas o cañas... Los muertos aparecen sentados en posición fetal envueltos en sus fardos que, en ciertos casos, en la parte correspondiente a la cara están decorados con una máscara funeraria de madera (quizá derivada del influjo Tiahuanaco-Wari). Entre las ofrendas, la más típica es la ciertas figurinas de terracota vacías recubiertas de un fino estrato de engobe blanco, no utilitarias y predominantemente femeninas, desnudas, con las manos en actitud de “orante”, con pintura facial y corporal. Estas figurinas, llamadas cuchimilcos, como en el caso de las de Nazca, pertenecen quizá a un  ámbito religioso concerniente a la fertilidad, o representan a la Luna, divinidad suprema de las antiguas culturas costaneras... Son  frecuentes también vasos con cabeza antropomorfa  con ojos insertos en un  diseño en forma de semilla, con los de Lambayeque, comunes también a sus sutiles figurinas. A menudo el fardo está acompañado de muñecas tejidas o de algunas antenas cruciformes recubiertas de hilos de algodón coloreado que describen un rombo y pueden haber tenido un rol protector del difunto. Entre los tejidos aparecen pinturas, símbolos del universo religioso, entre los cuales están la serpiente anfisbema del arco iris, el Sol, la Luna.”

En los fardos funerarios, además de la falsa cabeza, aparecen adicionados abundantemente algunos elementos cargados de conceptos mágicos, como los denominados “escudos”. El tipo más común de estos objetos está conformado por un rectángulo de tejido de algodón ralo, templado sobre una armazón de caña; con diseños pintados en rojo, negro o marrón, que representan personajes antropomorfos encuadrados en un “estanque”, en el que ocurren además peces, sierpes, estrellas, puntos y otras figuras y  signos diversos; las formas humanas aparecen casi siempre con los brazos abiertos, la cabeza decorada con proyecciones que figuran cabellos o rayos y parecen estar efectuando pasos de danza. Otro tipo de elemento que se encuentra en forma consistente, colocado fuera del fardo al que se sujeta con un vástago de caña,  es una escueta cruz de cañas partidas, que aún se observa en uso por los shipibos en la Amazonía, sobre la que se colocan hilos que forman una malla romboidal de colores alternados, a modo de una antena radial, y que caracterizan a personalidades de cierto rango social. La cultura Chancay es conocida sobre todo por su cerámica y su bella textilería procedente de extensos cementerios, sumamente saqueados por excavaciones clandestinas que aparecen desde el valle del Chillón en el sur,  hasta la altura de Huacho en el norte. Las tumbas son de variado tipo y pueden contener uno o más fardos funerarios, casi siempre de forma rectangular alargada, estando los que corresponden a personas de  mayor status, protegidas por un techo de caña y vigas de madera, algunas veces marcadas con grandes huancas colocadas verticalmente sobre los techos, e incluso sobresaliendo en el terreno. Entre las ofrendas funerarias abunda una figurina de cerámica, recubierta con un engobe de color crema o blanco, prevalentemente femenina –aunque también las hay masculinas, y en estos casos se trata de formas itifálicas-,  desnudas, con las manos a los lados o en actitud de oración, con pintura facial y corporal marrón oscuro o negra: se trata de los llamados “cuchimilcos”, que  deben relacionarse seguramente, con un muy probable culto a la fertilidad.

Son frecuentes también, grandes cántaros ovoides con una cara humana en relieve ubicada en el gollete, de ojos semejantes a los que aparecen en los alfares de Lambayeque, aunque de factura bastante tosca. Formas derivadas de la alfarería del Horizonte Medio, que en sus inicios se apega a los patrones del tricolor geométrico (rojo, negro y blanco). Hay además grandes cántaros ovoides, a veces aplanados verticalmente, con asas a los lados del cuello o a medio cuerpo, que pueden traer bandas de color negro pintadas sobre un engobe crema. El cuello puede ser abombado, a veces como un segundo y más pequeño recipiente; la base es por lo común, convexa. Aparecen además tazas abiertas, con pedestal pequeño, circular o anular, algunas traen una base trípode; ollas de boca amplia y base convexa; vasos similares al kero; copas conoides con base pedestal; recipientes dobles, unidos por un tubo en el cuerpo y asa cintada entre los picos, altos y delgados. En las formas alfareras de este estilo, abundan los cántaros ovoides, de tamaño regular, en los que el gollete remata en una cabeza humana toscamente modelada, con trazos pintados con colores oscuros, para remarcar los rasgos faciales, la boca del recipiente ha sido trabajada en forma de corona mediante apliqués colocados en el borde de la vasija, forma a la que se le llama “china”. Hay vasijas zoomorfas representando toscamente cuyes, camélidos, armadillos, etc., así como cuchimilcos representando mujeres con la cabeza deformada en forma biloval fronto-occipital, con las piernas separadas y las manos sobre el pecho o abiertas a los lados, mostrando las palmas. Los cántaros de forma esferoide pueden traer una pequeña figura escultórica de animal, una casa o un botón que sobresale en el tercio superior del cuerpo. Las vasijas, en general, están enjalbegadas en tono blanco mate, sobre el que se han pintado dibujos a pincel, en un color negro que tiende a pardo, incluso con algunas piezas que traen los dibujos en un rojizo amarronado. Aparecen así mismo, algunos pocos paneles pintados de variados motivos, ubicados en la parte superior del cuerpo. Se usaron también diseños aislados o repetitivos de aves o felinos convencionalizados, tratándose de dibujos trazados con soltura y curvilíneos. La decoración en blanco y negro suele disponerse en paneles asimétricos y preferentemente recurre a formas geométricas que, al parecer, se tratarían de diseños tecnomórficos, originalmente ubicables sobre piezas textiles, modelos llevados a la decoración de los alfares.

Los tejidos son notables, con una amplia gama de técnicas: gasas, tejidos ralos, reps, tapices, listados, telas pintadas, recamadas de plumas, bordadas, caladas, etc. La pintura sobre tela, a pincel o con sellos, suele traer personajes antropomorfos trazados con simplicidad, ingenuamente diríamos, en colores marrón, amarillento o negro. Por lo general se trata de telas simples, llanas, de algodón, las que se usan de base para estos diseños. Para Reid hay cuatro características destacables en los tejidos Chancay: “… (1) El uso de un encaje reticular hecho únicamente en esta zona. (2) El empleo cualitativo y cuantitativo sin paralelo en el antiguo Perú, de la tela pintada… (3) Elaboración de telas usando tres elementos básicos: una superficie de algodón en gasa monocroma, guardas con temas tejidos de lana colorida, y la presencia superior e inferior de una guarda de flecos de un color o multicolor. (4) El uso del tejido para vestir a las “Chinas” y “Cuchimilcos”, y también para formar pequeñas muñecas compuestas de telas bordadas y tejidas… Los temas que aparecen en la Cultura Chancay son en su mayoría religiosos y derivan del universo real e imaginario en que vivían los habitantes de estos valles costeños. El personaje dominante en la textilería Chancay es una divinidad con brazos extendidos a cada lado y piernas abiertas en semiflexión. El atuendo de esta divinidad generalmente es adornado con elementos decorativos, tales como penachos de pluma, orejeras y narigueras, y es curiosa la variación en cuanto el número de dedos, pies y manos… Los tejedores de Chancay empleaban dos formas estilísticas especialmente notables: el uso de composiciones angulosas, en las que bandas horizontales, verticales, diagonales y del tipo zigzag bordeaban sus temas favoritos, tales como serpientes estilizadas de doble cabeza, etc. y el empleo de la imagen en serie, tratamiento que mostraba numerosas versiones del mismo motivo, unas veces en formas idénticas y otras con mínima diferencia…”. La textilería ceremonial de los chancayanos presenta, por su lado, diseños y colores de alto nivel estético y tecnológico. Llaman la atención sobre todo, las gasas con colores agregados mediante reservas. Usaban preferentemente el algodón blanco, pero también el pardo; la lana de llama era empleada en tejidos burdos y gruesos, y aparecen también telas finas que usan de la lana de alpaca y la de vicuña.

Las construcciones de la época son a base de tapial y adobe, aunque también se empleó la piedra rústica en las bases de muros y paredes de viviendas. En Pisquillo Chico, aparecen muros hechos con pequeños adobes y lajas de piedra pizarrosa, colocados en forma de espina de pescado o diagonalmente, en hiladas, cubiertas con un grueso revoque de arcilla fina y arena de grano fino. En Lauri se ha ubicado, al borde de un extenso cementerio sumamente disturbado,  lo que se considera que era un horno de cerámica, aunque debemos señalar que algunos estiman que es obra de época virreinal.  Pancha la Huaca podría ser un templo sobre pirámide escalonada, aunque la construcción de la Casa Hacienda sobre el antiguo montículo no permite mayormente su investigación; parte de los caminos enmarcados por tapiales en el área de Retes sobre todo, parecen ser obra de esta época. Lumbra, por su lado, es un centro de desarrollo agrario, a un lado y al borde derecho del valle medio del Chancay, donde se observan redes de canales que conducían el agua desde la toma, situada más hacia el este, hasta un reservorio, y desde allí las derivaban por un conjunto de canales menores que se desplazan entre los múltiples andenes, de variadas extensiones, que se extienden hacia el oeste y al sur del canal principal, descendiendo en gradería hasta el río, siguiendo las curvas de nivel. Por el lado de Huaral se ubican algunos pequeños campamentos que podemos considerar del precerámico en la Pampa de Descansa Muerto, y más allá la presencia de rocas con petroglifos y un cementerio en el área de la antigua casa hacienda y tambo de Quilca. A mayor altura, y en la base de un cerro que muestra fósiles de helechos un cementero de época del Horizonte Medio, presenta entierros con el cuerpo del cadáver enterrado en una cista de piedras cara vistas, mientras que las cabezas están colocadas en otras cistas más pequeñas, colocadas a poca distancia de la excavación que contiene el cuerpo. Hacia la parte más baja de la ladera se encontró una abundante muestra de cerámica del Horizonte Temprano, bastante fragmentada. Desde Cayán, siguiendo el camino a Sumbilca encontramos Pacaybamba con una serie de construcciones del tipo kullpi y, hacia el inicio de esta cuesta, antes de Cayán hemos podido constatar la presencia de fragmentería de cerámica de época del Horizonte Medio, en Horcón. Hay, de otro lado,  cierta conexión con las artes del Señorío Chimú, reflejada especialmente en la ornamentación de las obras de  textilería, y hacia el sur se superponen los testimonios Chancay con los productos de los Huanchos. A esta época corresponde parcialmente la gran necrópolis de Ancón, que se ubica en las márgenes norteñas del río Chillón, al pie de Pasamayo.


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Tacaynamo

Arqueologia, Antropologia y Cultura. By Francisco Iriarte Brenner (@firiarteb)