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Cronologia del Antiguo Peru (Parte XXXXIII) – Pervivencias Prehispanicas en el Mundo Actual

Publicado: 2012-12-17

El instrumental para la fabricación  de las piezas del vestuario en los talleres hogareños casi no ha sido alterado mayormente con el tiempo, salvo por la introducción de los telares de pedal, con los que puede lograrse piezas de mayor tamaño que el tradicional, telares hechos de madera, especialmente usados hoy en las provincias alto andinas –aunque algunas comunidades costeñas también los emplean- para lograr largos y amplios ponchos, frazadas, mantas y otros elementos similares, que fueron conseguidos mayoritariamente en los talleres virreinales  de los denominados obrajes, y que posibilitaron la producción masiva de telas, industria que se conectaba con la tintorería que usaba y usa, hasta la fecha, en modos  artesanales, tanto colorantes industriales extranjeros como fijadores y colorantes indígenas del área: pepa de palta, semillas de molle, airampo, huito, tara, etc. De otro lado, las herramientas adicionales del telar como las espadas de tejedor (callhua) de madera, los separadores y los ajustadores de los hilos (tipinas), casi siempre de hueso, son exactamente iguales que los empleados en épocas antiguas, aunque han aparecido otros elementos hechos en plásticos. Si bien hoy se prefiere el teñido con materiales industriales, de marca, casi todos de fabricación química industrial foránea, todavía se sigue empleando elementos tintóreos naturales propios del mundo andino, tales como el chilco, la cochinilla, conchas marinas y otros más, en los talleres familiares campesinos de casi todo el Perú, así como se emplean también, los orines podridos como mordiente para fijar los colores en la tela, limo de fondo de lagunas, las semillas de la tara, etc. En lo referente a la preparación del hilo, sencillamente no se ha producido mayores cambios, pues podemos ver continuamente y en todo el territorio nacional, sobre todo a las mujeres caminando airosas, al tiempo que vienen usando la “puchca”, este instrumento de madera o metal, con un peso ubicado al centro o al extremo distal del mismo, que posibilita la torsión del hilo, el mismo que puede ser de algodón o lana de camélidos y aún de otros materiales; en todo caso, el agregado proviene principalmente de la presencia de ovinos cuya lana también es procesada con el mismo instrumental y del uso del hilo mercerizado de carácter industrial moderno.

En materia culinaria es enorme nuestra herencia viva y funcional, que debemos a los antiguos peruanos andinos, amazónicos y costeños, pues ellos realizaron la difícil tarea de modelar el germoplasma de numerosas plantas silvestres y aún potencialmente dañinas al ser humano en su origen, y las convirtieron en elementos útiles para la vida, empleados hasta ahora en nuestra dieta diaria, en la medicina casera, en la preparación de objetos de uso cotidiano en las casas. Pero, además, debe considerarse en la gastronomía actual, la preparación y presentación de las viandas en hojas de achira o de maíz, en forma de tamales, humitas o chapanas, al igual que los amazónicos Juanes -hoy de arroz y empleándose hojas de bananos-, lo que implica una clara intención de presentación visual agradable de las comidas -esto es, de arte culinario-, a las que siempre se supo aderezar con aliños en los que no faltaban los ajíes, el huacatay o chilche, la muña y otras hierbas coloreadas y agradablemente olorosas, muchas veces de vistosa presencia, tal como hasta hoy podemos gustar en viandas separadas o en pachamanca. El tratamiento para conservar los productos alimenticios y el conocimiento de los efectos del clima sobre esos mismos bienes, posibilitó la preparación del chuño, la cancha, el charqui, la papa-seca, la máchica, etc., que continúan en uso y que se ha extendido a otros productos, originalmente extraños al medio, como ocurre con el charqui de carne de res que se emplea en el Callejón  de Huaylas, o la dulce máchica, originalmente de cancha de maíz o de frijol tostado, y que ahora también se hace con las habas, la cebada y el trigo, ya no con el edulcorante de la caña del maíz, sino con la industrializada azúcar  rubia sobre todo. Hasta los nombres de muchas de las viandas se han conservado casi en su integridad, pese a haberse modificado sin duda, por la presencia de elementos traídos por los europeos, como ocurre con: chupe, charquicán, chochoca, cancha, huatia, chapana,  pachamanca, tamal, cachanga, carapulca, pari, mote, canca, etc.

Un elemento típico de la gastronomía nacional es el cuy (Cavia cutleris), el “Conejillo de Indias”, con el que se preparan apetitosas viandas con sabores regionales, y según el tipo de aderezo que acompaña a la vianda, proporcionándonos proteínas y grasas de origen animal, de enorme valor nutritivo. Pero, además, este pequeño animal -que no falta en las casas campesinas-, es usado también en el diagnóstico mágico de enfermedades por los curanderos tradicionales, y no sólo por elementos campiranos, sino también al interior de las grandes ciudades como lo podemos constatar en Chimbote, Trujillo, Chiclayo,  Cajamarca, Piura, Arequipa, Ayacucho, Huancayo, Cusco, Puno, Lima y tantas otras localidades más, e incluso se viene recurriendo a los modernos medios de comunicación y difusión como carteles sobre las principales avenidas capitalinas, spots en radios y canales de televisión y el correo electrónico, para anunciar la presencia de los especialistas en el tema.  Debemos destacar que también en otras áreas de la cultura material sobreviven, con alteraciones casi imperceptibles en algunos casos, numerosas e importantes creaciones andinas que se mantienen en forma persistente, pese a la presencia de elementos más o menos modernos, de origen europeo occidental principalmente, que no han logrado desplazarlas. Así, se sigue preparando en toda el área nacional, los cercos, pircas y paredes con criterios prehispánicos formales, aunque los moldes para los adobes y adobones sean ahora hechos con tablas cepilladas y no con cañas amarradas o cueros. El trabajo, fundamentalmente colectivo y de ayuda mutua de las antiguas comunidades andinas: minca, mita, ayni, se continúa efectuando en la actualidad, aunque las circunstancias económicas del mercado presionan constantemente contra las formas tradicionales del trabajo-fiesta, que viene desde épocas muy lejanas, como se puede constatar en la comunal limpia-acequia (Fiesta de las aguas), en Laraos, Puquio, Canta y numerosas otras localidades del territorio nacional.

El instrumental agrario, en aquellos sectores donde se continúa usando los antiguos andenes (pata-pata), sólo ha recibido el refuerzo de hojas de acero, y nos encontramos entonces con que la hoja terminal de la chaquitaclla –el antiguo arado de mano indígena-, ahora se hace con un fleje metálico de hierro, al que se afila con una escofina o lima, también de acero, cada cierto tiempo, lo que, de otro lado, da por resultado la posibilidad de una mayor profundidad para colocar la semilla bajo tierra, con lo que se logra una mejor y mayor productividad que con el primitivo e inmodificado palo cavador que, reiteramos, aún se sigue usando en diversos puntos del territorio, mientras que se continúa escuchando las mismas melodías cantadas por los auxiliares de la labor, que suelen ser las jóvenes paisanas encargadas de proveer de bebidas y alimentos y alegrar a los trabajadores, entonando estrofas del cancionero local, muchas veces en lenguas ya extinguidas, pero que se estima indispensables en las tareas agrarias del caso.  La relación entre la agricultura y el agua, con su consabida cosmovisión, es evidente en estas ceremonias. Siguen realizándose los antiguos rituales precristianos, empleándose, al menos parcialmente, lenguas hoy en desuso, que posibilitan la comunicación con los huamanis, jircas, auquillos, apus o roales que residen en las altas cumbres o en las chacras, y que permitirán que se realicen las faenas de la limpia-acequia sobre todo, sin  mayores contratiempos, luego de efectuado el “pagapu” correspondiente, como lo hemos podido constatar en variadas oportunidades y en diversos pueblos agrarios del interior del país. La comida –la de fiesta especialmente- se prepara hoy –como ayer- también en la tradicional pachamanca, es decir, el llamado “horno polinésico”, excavación circular en el suelo, que se emplea en grandes y especiales oportunidades, usándose piedras escogidas especialmente y previamente calentadas al rojo vivo, colocándose en el hoyo cavado en la tierra, capas alternas de alimentos protegidos por telas rústicas humedecidas y aromatizadas con yerbas olorosas y sazonadoras, especialmente el huacatay y la muña, que provocan en el alimento un agradable olor y sabor característicos. El pozo puede alcanzar hasta el metro y medio o más de profundidad y algo más de dos metros de boca, según  la cantidad de alimentos a prepararse, y el número de comensales congregados. Se emplea hoy, por igual, en esta “olla en la tierra”, tanto  productos nativos como también elementos poshispanos que se han ido incorporando a la horneada, como habas, queso, carne de res o de cordero, que se preparan así, junto a los choclos, camotes, papas, cuyes y otros productos más, de antigua prosapia andina.

Para Hernán Sánchez en su trabajo sobre la cerámica tradicional nos presenta un sugerente cuadro de la fabricación de alfarería en el Perú: “…La cerámica tradicional: continuidad y cambio… A partir de la información registrada en las últimas décadas, respecto a la manufactura y producción de cerámica en el Perú actual es posible evaluar brevemente nuestro conocimiento como un intento preliminar para precisar ciertos aspectos que, por contraste, permitan interpretar la alfarería prehispánica… Sabemos que los artesanos andinos son obviamente conservadores, y que los rápidos y violentos cambios que suscitó la conquista española se reflejaron en gran parte de la producción artesanal. En cuanto a la alfarería doméstica, ésta continuó elaborándose en la mayoría de los antiguos centros productores siguiendo las pautas tradicionales… Sin embargo, durante la época colonial la manufactura de cerámica, declinó considerablemente debido al poco interés que en ella mostraron los españoles, al punto de que algunas vasijas fueron sustituidas por depósitos de metal u otros de mejor o más imperecedero material. Igual ocurrió en los grupos de la Amazonía y otras áreas marginales de los Andes Centrales que sufrieron diversas presiones culturales… El resultado de este proceso se manifiesta fundamentalmente en un cambio radical en la ubicación de los sitios de aprovisionamiento de arcilla. Así, mientras en la época prehispánica ésta se obtenía de las terrazas de los ríos, después de la conquista se la extraía mayormente de minas especiales, situadas generalmente en las laderas y cerros altos…

“Esta diferencia y preferencia de las fuentes podría vincularse al nuevo patrón de uso de la tierra, de prácticas de riego o cualquier otra actividad que por ahora no es posible precisar… En lo que respecta al material anti plástico, temperante o desgrasante, que se añade intencionalmente a la arcilla para evitar su excesiva plasticidad y darle cuerpo a la pasta, encontramos que los grupos ubicados en las márgenes de los ríos utilizan con más frecuencia aren as o conchas molidas, mientras que tiestos, rocas molidas y diversos materiales orgánicos son empleados característicamente por las poblaciones cuya subsistencia básica no procede de las márgenes de los ríos… En el Perú, salvo Pucará y centros artesanales muy definidos, el uso de tiestos molidos como temperante es exclusivo de la alfarería de la región amazónica, mientras que el uso de una segunda arcilla de componentes gruesos es típico de las comunidades alfareras serranas, en las que también la cocción en hornos cerrados especiales se torna una característica importante. En cuanto a las técnicas de manufactura, el enrollado y el uso del plato-molde, dominan en el área andina, aunque la validez de estas afirmaciones está supeditada a la de las observaciones registradas, puesto que pueden utilizarse más de dos técnicas conocidas en la manufactura de la misma pieza, especialmente en vasijas de grandes dimensiones, donde se hace necesaria la construcción en partes… Como quiera que sea, el empleo del plato molde, tilla o muyupuchaca es particular de la sierra central y sur; mientras que el paleteado sobre una horma y el uso de una base plana –tabla o piedra- para modelar, así como el uso de moldes son exclusivos de la costa norte y valle de Cajamarca…

“La pintura e incisiones son técnicas complementarias y pueden considerarse entre los elementos decorativos más populares. En la costa y sierra casi no existe la decoración en base a marcas de cordeles, corrugados o impresiones de dedos, pero sí entre los grupos de la región amazónica. Por otro lado, entre los grupos alfareros hay la tendencia a no decorar las vasijas utilitarias mientras que sí aparecen profusamente decoradas en las comunidades en las cuales la producción corresponde a una economía de mercado… En las comunidades alfareras que registran la manufactura de las denominadas vasijas efigies así como la elaboración  de vasijas en miniatura o figurinas su técnica forma parte del aprendizaje del oficio y su difusión está sujeta a la economía de mercado relacionada fundamentalmente con actividades religiosas o la demanda de los turistas… En suma, podría considerarse que actualmente la alfarería como oficio resulta exclusivo de las mujeres en la región amazónica: ceja de selva y selva baja, y solo excepcionalmente en las comunidades marginales de l sierra central y sur, situadas a grandes alturas y en las cuales la cerámica manufacturada es sencilla y de uso doméstico… En las comunidades alfareras, donde la producción es una especialización con carácter de exportación, la fabricación se halla enmarcada dentro del nivel familiar o de taller, con participación de todo el grupo, sin discriminación de edad ni sexo. Fuera de estos extremos, en el resto del Perú la fabricación de cerámica recae indiscriminadamente sobre hombres y mujeres, aunque hay una cierta tendencia a considerarla como actividad masculina… Finalmente, un aspecto a considerar en la interpretación  arqueológica sería el caso de los alfareros migrantes, como los de Mangalpa, Cusquiden o Conchucos, que durante ciertas temporadas del año salen de sus comunidades, ubicadas en los departamentos de Cajamarca, La libertad y Áncash, respectivamente y peregrinan por los centros agrícolas de la costa norte, llevando todos sus implementos, incluso la arcilla, para en esos lugares fabricar y luego vender o trocar vasijas principalmente con arroz o los productos alimenticios que estiman necesarios…

“La cerámica popular como expresión artística... “Cuando la manufactura de la cerámica no es una práctica de subsistencia ni ofrece sustento directo a sus productores, el paso adicional entre el esfuerzo puesto por el artesano y la búsqueda de alimento es su comercialización, entendiéndose como comercio toda forma de intercambio… Si la producción alfarera complementa la subsistencia fuera de la estación agrícola, entre la cosecha y la siembra, entonces puede considerarse como una estrategia de mercado, en cuanto intercambia ollas por alimentos. Sin embargo, sin demanda no puede haber comercialización, y sin un mercado el ceramista no puede hacer de su actividad un modus vivendi. La demanda –de hecho- está condicionada a la necesidad del producto. En las zonas del Perú y prácticamente en todas las poblaciones de la sierra, las piezas de cerámica se usan para preparar, guardar o transportar alimentos o bebidas; ocasionalmente sirven de juguetes para los niños o tienen una función ritual vinculada a actos comunales de interés social, como es el caso de las piezas que se colocan en las cumbreras de las casas recién construidas, o el de los toros utilizados para beber o enterrarlos como ofrendas o el de los vasos dobles para los brindis ceremoniales… Una de las ocasiones más importantes para la comercialización de la cerámica la constituye las feria regionales que se realizan actualmente en diversas localidades de la costa y sierra, las mismas que se mantienen pese a los profundos y rápidos cambios que viene experimentando el país a partir de la década de 1970. Hasta mediados de 1960 las ferias campesinas –tal como lo señala Valcárcel- eran muy concurridas y en ellas se efectuaban las mayores transacciones comerciales del año… Puesto que las ferias están mayormente asociadas al santoral católico, éstas deberían sucederse, hipotéticamente, a lo largo del todo el año. Sin embargo, no ocurre así y las ferias más importantes se cumplen durante la temporada seca. En este aspecto las ferias mejor documentadas corresponden a la sierra sur y son  las de Pucará, Tiobamba y Huanca, que se realizan entre julio y setiembre. También hay ferias que se celebran mucho antes de la estación seca, pero son las menores y menos conocidas…

“La feria de Pucará tiene lugar el 16 de julio, durante la festividad de la Virgen del Carmen. Pucará es un importante centro alfarero, ubicado en el altiplano del Collao, al norte del lago Titicaca. Los elementos destacables son la comercialización de la cerámica, manufacturada principalmente en Santiago de Pupuja y el ganado (equino y vacuno) procedente en gran parte de la provincia de Chumbivilcas: La feria atrae a unas 15 mil personas que vienen desde el Cusco, Arequipa y Bolivia. Los comerciantes intercambian cerámica y ganado con productos agrícolas, principalmente maíz que es de muy escasa producción en el altiplano… De Pucará la feria es trasladada a Pomata, en la misma región  altiplánica, donde el 16 de julio se festeja a Santa Ana y, finalmente, luego de pasar por algunos pueblos intermedios, llega a Copacabana, Bolivia, donde a partir del 6 de agosto y durante seis a ocho días se celebra con gran brillo… Otra feria importante es la del 15 agosto en Tiobamba, una solitaria y pequeña iglesia, próxima a Urubamba, en el Cusco. Las transacciones de esta feria en cierto modo sirven para fijar los precios de los productos agrícolas del sur del Perú para el año siguiente. La última feria importante se realiza el 14 de setiembre, y corresponde al santuario del Señor de Huanca, cerca a la villa de San Salvador, en el valle de Urubamba, Cusco… Todas estas ferias son importantes centros de comercialización de cerámica. En Pucará, tanto Valcárcel como diversos autores enfatizan que el intercambio de cerámica es una de las actividades principales. En la feria de Tiobamba la cerámica es igualmente uno de los mayores productos de comercialización. Entre el 12 y el 14 de agosto de 1972 pudimos observar gran cantidad de bultos de cerámica que eran cargados en el ferrocarril Cusco-Puno, de las zonas de Pucara y Racchi con destino a Tiobamba. Finalmente, la feria de Huanca se dedica también en un alto porcentaje a la venta de cerámica, y cualquier observador podría clasificarla acertadamente como un mercado de cerámica… Hay varias razones por las cuales estas ferias son importantes para la distribución y comercialización de la cerámica.


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Tacaynamo

Arqueologia, Antropologia y Cultura. By Francisco Iriarte Brenner (@firiarteb)